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martes, 9 de marzo de 2010

La paradoja de la ingeniería y la química: Hacerse rico o hacer lo que te gusta.

Por D. Juan Pablo Vázquez Sampere


En un principio, cuando nos planteamos el abrir un nuevo negocio, las tres respuestas a la oportunidad del negocio:
1. No lo hace nadie, no existe.
2. Lo hace la empresa M, pero no lo hacen bien y los clientes no están satisfechos
3. En el mercado están J y Q, y lo dominan todo
La mejor oportunidad de negocio se resolverá después de un exhaustivo análisis.

Existen en el mercado dos tipos de clientes, los primeros son los infraservidos que demandan cada vez más productos y son el 90% del fracaso en PYME. Por ejemplo, cuando España comenzó sus expediciones a América, los ingenieros españoles diseñaron barcos más rápidos con tres mástiles para llegar más rápido, algo muy complicado de hacer debido a la dificultad en la compensación de las cargas. De este modo, se creó una demanda en Europa de este tipo de barcos para poder hacer expediciones, así se tenían clientes infraservidos.
Otro tipo de clientes son los sobreservidos, que son los que no necesitan nada más. Estos son un 10% de fracaso de PYME. Son aquellos que por ejemplo tuvieron un walkman y con ello tenían suficiente, sin embargo, la novedad del ipod les hizo abandonar las viejas cintas de casette para tener un mayor repertorio de canciones. No quieren gastarse más dinero en cosas que no necesitan.
El último tipo son los que no son clientes, personas que no han podido acceder al producto debido al poder adquisitivo, sus conocimientos o habilidades, tiempo disponible y al acceso.
En una empresa de larga tradición, los clientes que interesan son los sobreservidos, que son los que más probabilidades de éxito dan a la empresa. Sin embargo, para los clientes que quieren menos, las empresas nuevas son las que van a satisfacerles, puesto que una empresa de muchos años no puede cambiar su tradición para producir productos de peor calidad. Es como si Cartier fabricase joyas peores para satisfacer a los clientes, cosa que no ocurriría, sin embargo pueden surgir empresas dirigidas a clientes que demandan menos en este ámbito que satisfagan sus necesidades.

Por otro lado, el primero que hace algo en el mercado, le va a costar mucho hacerlo, pero una vez que lo haga irán detrás de él otros más.
Una estrategia de bajo coste sólo sale rentable si existen competidores de alto coste, donde los precios no caen. Es muy complicado hacer competencia a las grandes empresas, pero si puedes ser competente con los clientes infraservidos de esa empresa podrás comenzar a escalar poco a poco a través de los escalones de clientes de una gran empresa y llegará un momento en el que accedas a los clientes sobreservidos.

Así pues podemos concluir que la mejor oportunidad para entrar en el mercado con una empresa nueva es la que ya tiene empresas que lo dominan todo (número 3), es la que más probabilidades tiene de éxito.

domingo, 7 de marzo de 2010

La era de la producción

Vivimos en lo que se suele llamar la aldea global. La información, las comunicaciones y la tecnología han encogido el mundo de manera sustancial.

La competitividad a nivel mundial ha eliminado la mayoría de los nichos de negocio protegidos que existían hace diez años. El elemento de más movilidad hoy es la tecnología. Adelantos y progresos están a disposición en muy poco tiempo de todo aquel que tenga dinero para pagarlo.

Los comienzos del nuevo milenio, se han caracterizado por los movimientos de la producción (no sólo de las personas que ofrecen su mano de obra), desde los países más desarrollados hacia los menos. La lógica que ha impulsado estos movimientos es aplastante. Dado que estos países proveían de mano de obra en el entorno mucho más barata, podíamos mejorar nuestros costos de forma sustancial. Demasiado fácil para ser verdad y para que funcionara.

Los recursos que utiliza el Sistema de Producción son diferentes conforme al proceso y los bienes finales. Lo importante desde el punto de vista de la gestión no es sólo la transformación física, si es que ésta se da, lo importante además es la transformación económica, que siempre sucede. Esta transformación económica se refiere a la transformación de la Utilidad. Esta variable es conocida por los economistas como: la cantidad monetaria dispuesta a pagar por los consumidores para conseguir unos productos que aumenten su satisfacción. De aquí que un Sistema Productivo sea también un elemento generador de riqueza. El mercado paga más por lo transformado que lo que pagaría por los recursos.

En la actualidad la producción es algo fundamental en nuestra sociedad. En muchas empresas se concibe a las personas como hormigas obreras que producen, producen y producen sin saber qué finalidad tiene lo que están haciendo. Un operario de cualquier cadena de producción puede poner 100 tornillos diarios sin saber cuál es el resultado final de lo que hace cada día. Sin duda esto es algo que desmotiva en el día a día, no sólo por la rutina de hacer siempre lo mismo, si no por el hecho de desconocer a que lleva tu trabajo. Esto sin embargo favorece a la empresa en su conjunto, puesto que la repetitividad en una determinada acción tiene menos probabilidades de error al haber más especialización y más producción.

Este tipo de producción surgió con la revolución industrial. Con ella surgió la clase obrera, el proletariado, que es el término utilizado para designar a la clase social más baja de la edad moderna que, en el modo de producción capitalista, se ve obligada a vender su fuerza de trabajo a la burguesía por carecer de los medios de producción.

Además, con esta revolución industrial se perdió la producción artesana de múltiples productos. Si bien, hoy día, los productos artesanos tienen un gran valor.







miércoles, 3 de marzo de 2010

¿Miedo o No Miedo? He ahí la cuestión

Acabo de terminar de leer recientemente el libro de No Miedo de la escritora y empresaria Pilar Jericó. En él la autora trata de describir los diferentes tipos de miedo y nos propone soluciones para enfrentarnos a él.

Una de las reflexiones que he sacado del libro es que el miedo nos impide hacer en muchas ocasiones cosas que desearíamos hacer pero no somos capaces por miedo. Como por ejemplo, mucha gente que tiene miedo a volar rechaza la idea de viajar a lugares lejanos, aunque sea su mayor sueño, por el miedo a coger un avión. Así pues podemos afirmar que el miedo paraliza en muchas ocasiones a las personas y las impide actuar en la forma en la que lo harían si ese miedo no existiese.



Todos tenemos algún miedo, en el mundo empresarial se puede hablar de 5: miedo a la no supervivencia, al rechazo, al fracaso, a la pérdida de poder y al cambio.


Sólo una cosa vuelve un sueño imposible: el miedo a fracasar

PAULO COELHO, escritor


Es cierto que todos tenemos algún sueño en la vida: tener una bonita casa, irnos de vacaciones a un lugar exótico, dirigir una importante empresa, ser cantantes, presidentes, etc. En definitiva triunfar en algo que nos guste. Sin embargo esto implica arriesgarse, y el riesgo muchas veces viene de la mano del fracaso. El miedo al fracaso nace de la orientación al logro.


En estos tiempos en los que vivimos, el miedo más acentuado es el de no llegar a fin de mes (a la no supervivencia). Hoy en día las cifras de paro son muy elevadas, y más aun en jóvenes, lo que nos hace plantearnos a los futuros trabajadores, como yo y todos mis compañeros a punto de terminar la carrera, que nos deparará el futuro laboral, si encontraremos trabajo y si este cumplirá nuestras expectativas laborales. Y mejor aún, si conseguimos encontrar un trabajo aceptable, ¿permaneceremos en él mucho tiempo? El miedo al despido es algo que está latente en cualquier trabajador, exceptuando a los funcionarios, claro está. Sin embargo tendrá un impacto mayor o menor en nosotros en función de lo vulnerables que seamos a perder el trabajo (que en el caso de un recién licenciado, en caso de recorte de personal, es más que probable), la dificultad para encontrar otro, las necesidades económicas y el tipo de educación.


El miedo en la empresa estará directamente relacionado con la filosofía de la misma. La empresa puede dirigir a los profesionales en función del miedo o del NoMiedo. Las empresas que dirigen a sus profesionales en función del miedo abarcan a la empresas 1.0 de las que he hablado en la primera entrada de tendencias, las empresas tipo neandertal, mientras que las que dirigen en función del NoMiedo se asimilan a las empresas 2.0. Así pues, las empresas 2.0 tienen más posibilidades de obtener soluciones a largo plazo, puesto que está comprobado que los trabajadores que se encuentran a gusto funcionan mejor que los que no lo están. Es por tanto que afirmo que el miedo paraliza a los trabajadores.



El otro día escuché la interesante historia de la empresa brasileña que consiguió salir de la crisis que reinaba en Brasil en el año 1998. Esta empresa resurgió milagrosamente gracias al nuevo planteamiento de la misma, que consistía en la total libertad: los trabajadores podían elegir sus salarios, sus vacaciones, cómo vestir, e incluso decidir a quién echar, aunque este fuera el presidente. Esta libertad a su vez viene acompañada de responsabilidades: todos han de realizar su trabajo, pero con menos presión. Esta iniciativa promueve que las personas de la empresa trabajen con más ganas y más motivadas, sin presión, pero sabiendo que han de hacer su trabajo correctamente.


Sin embargo, se puede concebir el miedo también como una motivación. Muchos estudiantes hoy día afirman rendir mejor cuanto más agobiados están y más próximos están los exámenes, es decir, ''se ponen las pilas'' por el miedo a suspender.



¿Podemos discernir entre el miedo motivacional y el miedo paralizante? La respuesta es no. Los humanos, por muy racionales que seamos, tenemos sentimientos irracionales e instintivos, y si bien podemos estar motivados por el miedo a que nos echen del trabajo, podemos rendir menos por este mismo miedo.



Así pues nos planteamos, ¿es bueno tener miedo? En mi opinión, en la empresa los miedos no son positivos, ya que desmotivan y paralizan a la gente. El miedo como motivación es sano, hasta un determinado punto, ya que no puedes esperarte a tres días antes del examen para ponerte a estudiar, porque sí, estarás motivado, pero suspender, suspendes seguro.